Saturday, December 6, 2008

Nadies amados III

Me atrevo a manifestar, en esta cálida noche, que todavía los seres "humanos" no aprendimos a humanizar los sentimientos. Si amamos con pasión, debemos reprimirla para que el otro no lo crea una debilidad neurótica: "los amantes deben serlo en la cama". "Cualquier expresión de aquello en la esfera pública será considerada una violación a la libertad del amado". "Tengo derecho a elegir cuando quiero verte, es mi derecho a ser libre de vos"
¿Y el amador? ¡Represión! ¡Sometimiento! ¡Desilusión!
En mi corta vida, cronológica hablando, he llegado a la conclusión que amar a otro de mi especie es un juego en el que los roles son desiguales: el amado y el amador, el dominador y el dominado. El primero ejerce la hegemonía del amor en todas sus expresiones. El segundo, obedece. El primero decide cómo, dónde, cuándo. El segundo, obedece. El primero se ofende ante la minúscula expresión del amador, y éste se arrepiente con dolor.
Todos hemos estado en uno o en otro rol, jugando a cazar y a ser cazado. Es la triste historia de la humanidad. Pero eso no significa la verdad, ni justifica el error.
Nunca es tarde para revelarse ante el ejercicio del sometimiento. Nunca es tarde para luchar por la igualdad y en contra de las leyes impuestas y naturalizadas por los hombres.
Amar, llorar, besar, abrazar, gritar, decir, SENTIR es lo que todos podemos y debemos hacer sin condenarnos al yugo de la moral, ni temer al castigo de la razón. Porque ambas son construcciones de los hombres, como el género, la verdad y la historia. Por lo tanto, pueden ser deconstruidas por cualquiera de ellos.

Los invito, queridos amados y amadores, a descubrir la libertad, a descubrir el color carmín.

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